Hace
dos veranos, tuve la oportunidad de participar con otros voluntarios en
Emporia, Kansas para un viaje de misión con mi grupo de jóvenes de mi iglesia.
Estábamos allí con otras iglesias y nos dividieron en grupos de trabajo y
asignamos diferentes proyectos. Mi grupo se le asignó primero para raspar la
casa de un anciano. Había perdido a su esposa el año anterior y no tenía
familia que vivía cerca. Estuvimos allí para él para raspar y pintar su casa, y
también para pasar el rato y hablar con él.. Cuando terminamos trabajando en su
casa, empezamos a trabajar en la casa de una abuela hispánica. Su nombre era
María. Ella tuvo cinco hijos y siete nietos. Ella estaba divorciada y no tenía
dientes porque su ex marido le abusaba. Uno de sus hijos estaba en la cárcel
por eso ella miraba su hijo. Ella era muy pobre y no tenía tiempo, energía o
dinero para arreglar su casa. Pintamos su casa, construyó una mesa de picnic,
de colgar un columpio, y plantamos flores en su jardín. Maria siempre quería
hablar con nosotros y conocernos mejor. Mientras estábamos allí para ella, ella
quería estar ahí para nosotros. Fue una experiencia muy reveladora para ver a
esta mujer que había sufrido mucho pero fue tan dispuesto a abrir su casa para
nosotros y ser tan desinteresado y preocuparse más por los problemas que los
suyos. A través de esta experiencia, he aprendido que nunca se debe pasar la
oportunidad de mostrar a alguien que te importan. Maria me mostró que es
posible superar los obstáculos y dar amor a los demás a pesar de su pasado.
Creo que esta experiencia será útil para mí cuando vamos a Costa Rica porque tengo
experiencia voluntario y va a ser muy interesante para poder interactuar con
tantas personas hispanas.
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